Varios años después de la primera Guerra contra Irak, en 1991, un informe de Amnistía Internacional denunciaba que miles de soldados iraquíes habían sido enterrados bajo la arena por las excavadoras del ejército norteamericano. La noticia me sobrecogió e imaginé el terror de las víctimas, viendo cómo avanzaban hacia ellos aquellas máquinas con sus gigantescas palas. Así nació este relato.

Los poemas de la arena tienen que ver con la “escritura” que dibujan los bordes de las dunas cuando se ven desde el aire, muy parecidas a la caligrafía árabe. También hace referencia a los poemas que recita uno de los soldados, para matar las largas horas de tedio esperando el asalto de sus posiciones.

Mientras escribía este relato leí decenas de libros de poetas árabes, que encontré fascinantes. Algunos de ellos están en este cuento. Tan grande fue mi inmersión en la vida de estos imaginarios soldados y en la poesía árabe que más tarde escribí una novela con el mismo título, que fue ganadora del Premio Felipe Trigo en 1999.


¿Quieres leer el inicio del relato?

> Leer el comienzo…